LA CONFIANZA PLENA EN JEHOVÁ NOS HACE SENTIR SEGUROS.

  • w11 15/5 págs. 28-32 – La Atalaya 2011

“Jehová mismo oirá cuando yo clame a él.” (SAL. 4:3)

DAVID lleva décadas reinando en Israel cuando se enfrenta a una peligrosa situación. Como su hijo Absalón ha dado un golpe de estado y le ha arrebatado el trono, se ve obligado a abandonar Jerusalén. Por si fuera poco, es traicionado por uno de sus más estimados consejeros. Acompañado por un puñado de hombres fieles, camina descalzo y llorando por el monte de los Olivos. Luego, para colmo de males, sufre humillaciones a manos de Simeí, un pariente de Saúl que se pone a lanzarle piedras, polvo y maldiciones (2 Sam.15:30, 31; 16:5-14).

2 ¿Le llevarán a la tumba todas estas desgracias y penas? No, pues confía en Jehová, tal como lo revela el Salmo 3, donde David habla de esta ocasión en la que salió huyendo. El rey compuso además el Salmo 4, que, como el anterior, expresa su convicción de que Dios escucha y contesta los ruegos de sus siervos fieles (Sal. 3:4; 4:3). Ambos salmos garantizan que Jehová está con ellos día y noche, y que los bendice dándoles ayuda, paz y seguridad (Sal. 3:5; 4:8). Por consiguiente, haremos bien en examinar estos dos cánticos, centrándonos en cómo nos infunden seguridad y cómo fortalecen nuestra confianza en Dios.

“Están levantándose muchos contra mí”

3 “El corazón de los hombres de Israel ha llegado a estar tras Absalón”, le comunica un mensajero a David (2 Sam. 15:13). Este, sorprendido de que su hijo haya conseguido reunir tantos partidarios, exclama: “Oh Jehová, ¿por qué se han hecho muchos mis adversarios? ¿Por qué están levantándose muchos contra mí? Muchos están diciendo de mi alma: ‘No hay para él salvación por Dios’ ” (Sal. 3:1, 2). Como vemos, entre los israelitas está muy extendida la opinión de que Jehová no librará a David de las garras de Absalón y sus secuaces.

4 Pero David se siente seguro, ya que confía en Dios con toda su alma. Por eso canta: “Sin embargo, tú, oh Jehová, eres un escudo alrededor de mí, mi gloria y Aquel que levanta mi cabeza” (Sal. 3:3). Está convencido de que Jehová lo protegerá, tal como el escudo resguarda al soldado. Es cierto que el anciano rey está huyendo con la cabeza gacha y cubierta en señal de humillación, pero el Altísimo cambiará su desdicha en gloria. Le permitirá volver a caminar derecho, con la cabeza bien en alto. Por eso invoca a Jehová, sin la menor duda de que oirá su ruego. ¿Qué puede decirse de nosotros? ¿Demostramos la misma confianza?

5 Al hablar de Jehová como “Aquel que levanta mi cabeza”, David lo reconoce como su Fuente de ayuda. La Palabra de Dios para Todos (2008) traduce así el versículo: “Tú, Señor, eres mi escudo. Tú me honras y me animas”. Notemos cómo explica un diccionario bíblico la expresión “Aquel que levanta mi cabeza”: “Cuando Dios nos levanta […] la ‘cabeza’, nos llena de esperanza y de confianza”. Al haber sido depuesto del trono, David tiene motivos para estar deprimido. Pero como Jehová le “levanta [la] cabeza”, se renueva su valor, se fortalece su fe y se siente más seguro.

“Él me responderá”

6 Con la seguridad que le infunde su confianza plena en Jehová, David prosigue así el salmo: “Con mi voz clamaré a Jehová mismo, y él me responderá desde su santa montaña” (Sal. 3:4). El arca del pacto —la cual simboliza la presencia de Dios— se encuentra en el monte Sión, tal y como dispuso el propio David (léase 2 Samuel 15:23-25). Por este motivo, es muy apropiado que él señale que Jehová contestará sus oraciones desde su santa montaña.

7 David sabe que sus oraciones no serán en vano, y por eso no tiene miedo, tal como indica en su cántico: “En cuanto a mí, yo ciertamente me acostaré para dormir; de seguro despertaré, porque Jehová mismo sigue sosteniéndome” (Sal. 3:5). No teme acostarse ni siquiera de noche, cuando más riesgo hay de que lo ataquen por sorpresa. Está seguro de que verá la luz de un nuevo día, pues ha experimentado tantas veces el apoyo constante de su Padre celestial que confía plenamente en él. Nosotros podemos tener esa misma certeza siempre y cuando sigamos “los caminos de Jehová” y nunca nos apartemos de su lado (léase 2 Samuel 22:21, 22).

8 En otro de sus salmos inspirados, David refleja esos mismos sentimientos de seguridad y confianza absoluta en Dios: “Jehová es mi luz y mi salvación. ¿De quién he de temer? Jehová es la plaza fuerte de mi vida. ¿De quién he de sentir pavor? […] Aunque arme [sus] tienda[s] contra mí un campamento, mi corazón no temerá. […] Una cosa he pedido a Jehová… es lo que buscaré, que pueda morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la agradabilidad de Jehová y para mirar con aprecio a su templo” (Sal. 27:1-4). ¿Cómo demostramos que compartimos el sentir de David? Asistiendo a todas las reuniones cristianas, a menos que nos lo impidan causas ajenas a nuestra voluntad (Heb. 10:23-25).

9 Aunque David sufre la traición de su hijo y la deslealtad de muchos de sus súbditos, asegura: “No tendré miedo de diez millares de personas que se hayan puesto en formación contra mí en derredor. ¡Levántate, sí, oh Jehová! ¡Sálvame, oh Dios mío! Porque tendrás que golpear a todos mis enemigos en la mandíbula. Los dientes de los inicuos tendrás que quebrar” (Sal. 3:6, 7).

10 David no es vengativo. Si alguien ha de “golpear […] en la mandíbula” a sus enemigos, no es él, sino Dios. El fiel rey ha escrito su copia personal de la Ley y sabe que en ella Jehová declara: “Mía es la venganza, y la retribución” (Deu.17:14, 15,18; 32:35). También sabe que el Todopoderoso se ocupará de “quebrar” simbólicamente “los dientes de los inicuos”. O, lo que es lo mismo, impedirá que puedan hacer daño. Dios sabe muy bien quiénes son malvados, pues “ve lo que es el corazón” (1 Sam. 16:7). ¡Qué agradecidos estamos de que él nos dé la fe y la fortaleza que necesitamos para enfrentarnos al más vil de los malvados, Satanás! Pronto, Jehová hará que su gran adversario sea arrojado al abismo. Para entonces no será más que un león rugiente, pero desdentado, al que solo le aguarda la destrucción (1 Ped. 5:8, 9; Rev. 20:1, 2, 7-10).

“La salvación pertenece a Jehová”

11 David comprende que Jehová es el único capaz de darle la liberación que tanto necesita. Pero no piensa solo en sí mismo, sino en todo el pueblo de Dios, y por ello concluye su cántico inspirado con las siguientes palabras: “La salvación pertenece a Jehová. Tu bendición está sobre tu pueblo” (Sal. 3:8). Es cierto que David se enfrenta a enormes problemas, pero aun así tiene presente a toda la nación y está seguro de que Jehová la bendecirá. ¿No deberíamos hacer nosotros lo mismo por nuestros hermanos en la fe? Debemos tenerlos siempre presentes en nuestras oraciones, y solicitarle a Jehová que les conceda su espíritu para que puedan proclamar las buenas nuevas con confianza y valentía (Efe. 6:17-20).

12 La vida de Absalón tiene un final vergonzoso, lo cual constituye una advertencia para quienes de un modo u otro maltratan a sus semejantes, y particularmente, para quienes atacan a siervos ungidos de Dios, como el rey David (léase Proverbios 3:31-35). Cuando el ejército rebelde es derrotado en combate, el propio hijo de David tiene que salir huyendo a lomos de un mulo. No obstante, se le enreda su larga cabellera en una rama baja de un gran árbol, y allí se queda colgando —vivo pero indefenso— hasta que Joab le clava tres dardos en el corazón (2 Sam.18:6-17).

13 ¿Se alegra David al enterarse de su muerte? Ni mucho menos. Por el contrario, deambula de un lado a otro llorando y gritando: “¡Hijo mío, Absalón, hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Oh, que yo pudiera haber muerto, yo mismo, en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2 Sam.18:24-33). Tan solo Joab, con sus palabras, consigue calmar al angustiado monarca. ¡Qué final tan trágico! El propio Absalón se lo había buscado, pues, ciego por la ambición, tuvo el atrevimiento de luchar contra un rey que no solo era su propio padre, sino el ungido de Jehová (2 Sam. 19:1-8; Pro. 12:21; 24:21, 22).

David vuelve a expresar su confianza en Dios

14 El Salmo 4, al igual que el precedente, es una fervorosa oración de David que manifiesta su confianza absoluta en Jehová (Sal. 3:4; 4:3). Puede que lo compusiera para expresarle a Dios el alivio y la gratitud que sentía tras el fracaso del golpe de estado de Absalón. O quizás lo redactara para uso de los cantores levitas. Sea como fuere, nuestra confianza en Jehová se fortalecerá al meditar sobre este salmo.
15 Una vez más, David indica cuánto confía en Jehová y en el poder de la oración. Dice: “Cuando llamo, respóndeme, oh mi justo Dios. En la angustia tienes que hacerme espacio ancho. Muéstrame favor y oye mi oración” (Sal. 4:1). Si vivimos en conformidad con la justicia de Jehová, podemos tener la misma confianza que David. Sabemos que él es el “justo Dios” y que bendice a las personas rectas. Gracias a la fe en el rescate, podemos acudir a nuestro Padre por medio de su Hijo y tener la certeza de que nos escuchará (Juan 3:16, 36). ¡Qué tranquilidad nos da este hecho!
16 A veces nos enfrentamos a situaciones desalentadoras que pueden minar nuestra confianza en nosotros mismos. Es posible que David se haya sentido así temporalmente, pues canta: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo tiene que ser mi gloria objeto de insulto, mientras ustedes siguen amando cosas vacías, mientras siguen buscando para hallar una mentira?” (Sal. 4:2). La fórmula “hijos de los hombres” se refiere a los seres humanos. En esta ocasión, parece que el salmista la aplica de forma peyorativa a sus enemigos, de quienes dice que “siguen amando cosas vacías”. La Nueva Versión Internacional traduce así el versículo: “¿Hasta cuándo amarán ídolos vanos e irán en pos de lo ilusorio?”. Del ejemplo de David extraemos una lección: aunque lleguemos a desanimarnos por la conducta de otras personas, no dejemos de orar fervientemente al único Dios verdadero ni de mostrar confianza absoluta en él.
17 David vuelve a dejar muy clara su confianza en Dios: “Por tanto, sepan que Jehová ciertamente distinguirá al que le es leal; Jehová mismo oirá cuando yo clame a él” (Sal. 4:3). Sin duda, para permanecer fieles a Dios hacen falta valor y fe firme. Estas cualidades son muy necesarias, por ejemplo, cuando un miembro de la familia comete un pecado, no se arrepiente y tiene que ser expulsado. Pero quienes son leales a Jehová y respetan sus disposiciones gozan de su bendición. Además, al actuar con fidelidad y demostrar confianza absoluta en Dios, contribuyen a que reine el gozo entre su pueblo (Sal. 84:11, 12).
18 Ahora bien, ¿qué podemos hacer si alguien nos ofende con sus acciones o palabras? Lograremos mantener el gozo si seguimos este consejo de David: “Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran en su corazón, sobre su cama, y callen” (Sal. 4:4). Si nos han hablado o tratado con poca bondad, no caigamos en el pecado de desquitarnos (Rom. 12:17-19). Podemos irnos a la cama y decir lo que queramos en nuestro interior. Al hablar del asunto con Jehová, tal vez lo veamos desde otro ángulo y nos sintamos impulsados a perdonar por amor (1 Ped. 4:8). Cabe destacar que el apóstol Pablo dio el siguiente consejo, al parecer tomando como base Salmo 4:4: “Estén airados, y, no obstante, no pequen; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado, ni dejen lugar para el Diablo” (Efe. 4:26, 27).
19 David subraya una vez más la necesidad de demostrar fe en Dios: “Sacrifiquen los sacrificios de la justicia, y confíen en Jehová” (Sal. 4:5). Las ofrendas de los israelitas tenían valor únicamente si se ofrecían con la actitud correcta (Isa. 1:11-17). De igual modo, Dios aceptará nuestros sacrificios espirituales tan solo si los hacemos por los motivos debidos y con plena confianza en él (léanse Proverbios 3:5, 6 y Hebreos 13:15, 16).

20 David prosigue: “Hay muchos que dicen: ‘¿Quién nos mostrará lo bueno?’. Alza la luz de tu rostro sobre nosotros, oh Jehová” (Sal. 4:6). “La luz de [su] rostro” significa su favor (Sal. 89:15). Por consiguiente, cuando David le pide a Dios: “Alza la luz de tu rostro sobre nosotros”, viene a decir: “Concédenos tu favor”. Como nosotros confiamos en Jehová, disfrutamos de su bendición y de la felicidad de saber que estamos haciendo su voluntad.
21 David está seguro de que Jehová le concederá alegrías que superarán por mucho las que sienten los agricultores al llegar la cosecha. Por eso le canta a Jehová: “Ciertamente me darás en el corazón un regocijo mayor que en el tiempo en que han abundado el grano y el vino nuevo de ellos” (Sal. 4:7). Nosotros también podemos tener la certeza de que sentiremos una alegría incomparable si participamos con todas nuestras energías en la cosecha espiritual (Luc. 10:2). Hoy experimentamos un gran júbilo al ver que cada vez hay más recolectores colaborando con la “populosa […] nación” de los ungidos (Isa. 9:3). Cada uno de nosotros haría bien en preguntarse: “¿Estoy yo disfrutando plenamente de los gozos que brinda esta obra?”.

Avancemos seguros, confiando plenamente en Dios

22 David concluye su cántico con estas palabras: “En paz ciertamente me acostaré y también dormiré, porque tú, sí, tú solo, oh Jehová, me haces morar en seguridad” (Sal. 4:8). Cuando los israelitas obedecían la Ley, gozaban de paz con Jehová y se sentían tranquilos. Por ejemplo, durante el reinado de Salomón, “Judá e Israel [estuvieron] morando en seguridad” (1 Rey. 4:25). Pero incluso cuando sufrían la hostilidad de las naciones vecinas, los que confiaban en Dios no perdían la serenidad. Hoy nos sucede lo mismo que a David: nada perturba nuestro sueño, pues Dios nos infunde tranquilidad.
23 Por lo tanto, sigamos sirviendo a Dios sin vacilación. Al acudir a él con fe, experimentamos su paz, “que supera a todo pensamiento” (Fili. 4:6, 7). ¡Qué felices nos sentimos! Sin la menor duda, afrontamos el futuro llenos de seguridad, pues confiamos plenamente en Jehová.

¿Qué respuesta daríamos?
• ¿A qué problemas se enfrentó David por culpa de Absalón?
• ¿Cómo nos infunde confianza y seguridad el Salmo 3?
• ¿Cómo fortalece nuestra confianza en Jehová el Salmo 4?
• ¿Qué beneficios recibimos al demostrar confianza absoluta en Dios?

[Preguntas del estudio]
1, 2. a) ¿Qué peligrosa situación afronta David? b) ¿Qué salmos vamos a examinar?
3. Según muestra Salmo 3:1, 2, ¿qué situación atravesaba David?
4, 5. a) ¿De qué está convencido David? b) ¿Qué da a entender la frase “Aquel que levanta mi cabeza”?
6. ¿Por qué dice David que Jehová contestará su ruego desde su santa montaña?
7. ¿Por qué no siente miedo David?
8. ¿Cómo expresa David su confianza en Dios en Salmo 27:1-4?
9, 10. ¿Por qué podemos decir que las palabras de Salmo 3:6, 7 no indican que David fuera una persona vengativa?
11. ¿Por qué debemos orar por nuestros hermanos?
12, 13. ¿Qué le sucedió a Absalón, y cómo reaccionó David?
14. ¿Qué podemos decir sobre la composición del Salmo 4?
15. ¿Por qué podemos orar a través de Jesús con total confianza?
16. ¿Qué situación pudo haber desanimado a David?
17. Explique una forma de aplicar Salmo 4:3.
18. Según indica Salmo 4:4, ¿qué deberíamos hacer si nos han hablado o tratado con poca bondad?
19. ¿Cómo podemos aplicar Salmo 4:5 al ofrecer a Dios sacrificios espirituales?
20. ¿Qué significa la petición: “Alza la luz de tu rostro sobre nosotros”?
21. ¿De qué podemos estar seguros si participamos con celo en la cosecha?
22. De acuerdo con el principio de Salmo 4:8, ¿cómo le iba al israelita que guardaba la Ley de Dios?
23. ¿Qué experimentamos al confiar plenamente en Dios?