Que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona (Ga´ l. 6:4).

En vez de comparar lo que hacemos con lo que otros hacen, debemos centrarnos en lo que personalmente podemos hacer. De ese modo ni nos hincharemos de orgullo ni nos desanimaremos. Al evaluarnos, tenemos que reconocer que las circunstancias cambian. Puede que la mala salud, la vejez o las obligaciones no nos permitan rendir tanto como antes. Tampoco debemos compararnos con quienes tienen responsabilidades que a nosotros nos gustaría tener. Por algunas razones que quizá nos cueste comprender, puede que los privilegios tarden más de lo que pensábamos. En vez de envidiar a otros por las responsabilidades que reciban, concentrémonos en atender bien las nuestras. En el nuevo mundo, Jehová se encargará de satisfacer los deseos legítimos de todos sus siervos. w12 15/12 2:18-20.